El hábito de la lectura se ha instalado en muchos de nosotros; todos disfrutamos de un buen libro de vez en cuando, ¿no?

Por lo general vemos a la literatura como un pasatiempo, pero, además del entretenimiento en todos aquellos mundos fantásticos, podemos encontrar mucho más; entre esas cosas, una forma de enriquecer nuestro conocimiento.

Y no se trata de devorar enciclopedias con conocimiento científico, o llenarnos la cabeza con datos que, claro, son interesantes, pero no siempre muy entretenidos.

La lectura crítica es un término común entre los escritores, quienes abastecen sus conocimientos de la experiencia de sus colegas.

Tomar un libro y analizarlo a fondo, comprender sus estructuras y la manera en que los ojos de otro ser humano comprenden el mundo y lo expresan a través de sus palabras, es parte de lo que la lectura crítica comprende.

Ningún escritor nace con conocimiento infinito sobre el arte de la escritura, y es a través de la práctica y la investigación de aquello que otros han conseguido que se adquieren los conocimientos necesarios para expresarse a través de las palabras.

Si hay una técnica específica que se quiere aprender, una herramienta narrativa de la que se quiere hacer uso; una buena manera es conocerla a fondo, y de conseguir usarla de la mejor manera, es a través de la teoría, sin embargo, y cómo con muchas otras cosas, obtener conocimiento de manera práctica y a través de ejemplos es, por mucho, la manera más efectiva.

No hay habilidad imposible de aprender, y una buena forma de hacerlo es la lectura crítica, entonces, tomar un libro, analizarlo y después practicar lo aprendido.